jueves, 1 de marzo de 2007

Luisiana Lopilato y Juan Monaco

A lo Guillermo Vilas en sus mejores épocas, Juan Mónaco se consagró con una belleza alentándolo desde las tribunas. Doble confirmación en el Buenos Aires: la de él como un gran tenista, y la de ella como su nueva compañera afectiva. Saque, volea… ¡y amor!

Juan Mónaco es hincha de Estudiantes. Fanático, de ponerse la camiseta y dejar la garganta en la tribuna cada vez que puede ir a la cancha. A mediados de diciembre, entre incipientes calores y fiestas que se avecinaban, celebró hasta la locura el increíble campeonato que los Pinchas le arrebataron al Boca de La Volpe. Cualquier jovencito –el tandilense lo es, pues apenas tiene 22 años– no le hubiese pedido más alegrías a la vida por un rato largo. Pero Mónaco no. Albirrojo de corazón y tenista de profesión, fue por más. Y el último fin de semana –apenas dos meses después del gol de Pavone y la vuelta olímpica en la cancha de Vélez– ganó su primer torneo del circuito profesional. Con las dos consagraciones, cualquiera chiquilín se habría dado por satisfecho. Pero Mónaco, insaciable al fin, no. Fiel a su apodo, fue por un Pico más. Y vaya que lo disfrutó. Pocos minutos después de levantar la copa del Abierto de Buenos Aires en el mítico escenario central del Lawn Tennis, y de recibir la felicitación de Guillermo Vilas y Gabriela Sabatini, tuvo otra recompensa, seguramente más tierna y dulce que las anteriores: los labios de Luisana Lopilato, la actriz, la famosa, la bella, la ex de Mariano Martínez, la nueva princesa de Mónaco, rozaron los suyos…

Dale campeón. Junto a un grupo de amigas y amigos, Luisana se ubicó en una de las cabeceras del escenario mayor de nuestro tenis. Desde allí, aplaudió cada uno de los aciertos de su flamante noviecito, que apabulló al italiano Alessio di Mauro por 6–1 y 6–2 para quedarse con el certamen y engrosar su cuenta de ganancias a la friolera de 769.588 dólares.
Pero el agobiante calor del domingo –la final empezó a las dos de la tarde, cuando la térmica rozaba los 40 grados– quedó reducido a la nada pocos minutos más tarde, al concretarse el encuentro de los tortolitos. Hubo besos, abrazos y demostraciones de cariño muy contundentes.
Poco después, ya sin Luisana, Mónaco entró en contacto con la prensa especializada. Y allí confió que estaba terminando “la semana más feliz de mi carrera”. Claro que teniendo en cuenta sus antecedentes –la consagración de Estudiantes, la suya en el abierto porteño y los besos con la actriz–, con Pico nunca se sabe.

Fuente:

No hay comentarios: